Agosto-Septiembre 2013
El Agua y la Energía Eléctrica en la Argentina
La presente edición contiene el anuncio de la próxima contratación de la construcción y operación de las Centrales Hidráulicas Kirchner y Cepernic.
Sin duda este hecho auspicioso debiera constituir un hito inicial para un Plan Integral de Generación Hidráulica en la República Argentina, que como sabemos junto con el Plan Nuclear y el desarrollo de las energías renovables, en particular la eólica, constituyen los componentes centrales del desarrollo de una nueva matriz energética más equilibrada, diversificada y menos dependiente del gas que hoy nos resulta escaso en producción y costoso en importación.
Con gran acierto gubernamental fue retomada la política de desarrollo nuclear argentina, que con su impulso se está terminando Atucha II, el alargamiento de vida de CN Embalse, una futura central nuclear y el desarrollo con tecnología propia del proyecto Caren para generación eléctrica de 25 MW.
Para la formulación de esta política de desarrollo nuclear , que puede significar la incorporación de 2700 MW en los próximos diez años, el Estado argentino cuenta con un complejo entramado de organismos y empresas como CNEA, INVAP, NA-SA etc, dedicadas a la investigación, la tecnología y el desarrollo industrial que emplean del orden de 10.000 agentes, en su mayoría de muy alta calificación profesional. En síntesis, se trata de un sector que acumuló conocimiento a lo largo de 60 años, padeciendo una suerte de hibernación en la época neoliberal, pero que no obstante permitió en la última década su potenciación y presente desarrollo.
En cambio, durante los años 90 la actividad de planificación energética fue desmantelada, YPF innecesariamente enajenada, la medición y actualización del recurso hidráulico privatizada y la capacidad de proyecto e ingeniería hidráulica desintegrada. La empresa Agua y Energía Eléctrica que tenía a su cargo gran parte de esas tareas fue disuelta.
Es decir, Argentina, aún hoy, en materia energética, a diferencia del sector nuclear, carece de una organización y entramado empresarial, que dista de lo deseable y necesario para atender los desafíos severos que debe enfrentar en los próximos 10 años, con vistas a recuperar el autoabastecimiento, particularmente en el ámbito estatal. YPF nacional es condición necesaria pero no suficiente para lograrlo.
Por fortuna disponemos de un gran recurso hidráulico, distribuido en el territorio nacional y compartido, con un potencial del orden de 10.000 MW, que de este modo duplicaría al parque hidráulico existente.
Se afirma ahora, que los vectores del desarrollo para el siglo XXI serán los alimentos, la Energía y el desarrollo científico tecnológico.
La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología fue una de las primeras y acertadas acciones del presente gobierno en respuesta a esta proposición.
Con relación a la energía y los alimentos, podemos decir que, el uso del agua para riego, sin bien es atendido desde diversos organismos, aún no cubre la enorme potencialidad que tiene en Argentina.
Con el agua embalsada y el salto del terreno generamos electricidad. Con el agua regulada por el dique y riego mediante podemos producir alimentos. Disponemos de fabricación nacional de maquinaria y empresas de construcción necesarias, pero carecemos de financiamiento. En este inicio hidráulico la financiación es de origen chino. Esa deuda, probablemente en buena parte, la pagaremos con alimentos. Entonces, por que no cerrar este círculo en forma virtuosa del Agua, la Energía, y los alimentos? Perón ya lo descubrió y resolvió en el año 1947, en forma exitosa, con la creación de Agua y Energía Eléctrica, en base a las direcciones nacionales de Irrigación y Centrales Eléctricas del Estado.
¿Sabremos nosotros resolver esta cuestión, sobre todo cuando la necesidad nos apremia?
Argentina en diferentes épocas, pudo darse las organizaciones empresarias propias que aseguraran su presente y mejoraran su futuro; como soporte y ejecutoras de las políticas públicas.
Fuimos pioneros en Sudamérica con YPF en el año 1922.Con la creación del Banco Central y diferentes institutos en la década de 1930. Lo fuimos con CNEA en el año 1950, con la creación de Gas del Estado en 1945 y la construcción del gasoducto Gral San Martín que fue el más largo del mundo..
La nueva realidad requiere hoy como ayer, de nuevas instituciones acordes al desafío de época.
Como el Estado sigue siendo el principal constructor de la Nación, recuperarlo en su capacidad de gestión es esencial, entre otras, para el desarrollo del uso múltiple del agua y la generación de energía hidroeléctrica.
Haber atendido adecuadamente estas cuestiones, ayer significó la integración territorial y un desarrollo más armónico de la Nación, fue «factor de progreso», hacerlo hoy expresaría una decisión soberana que seguramente contribuirá al actual proceso de construcción de la Argentina del siglo XXI.-
Carlos M. Espasande